Estaba yo
tan a gusto en el velador tomando mi Coca-Cola cuando viene un señor
destrozando una canción con su acordeón. ¡Es que eso ni era música ni era nada,
era un intento de música fallido! Al
acabar su magníficamente horrible actuación, pasa con la gorra en la mano. Me
vi obligada a darle una propina y saqué lo primero que encontré en mi bolsillo.
Era: un poco
de pelusilla y un botón.
Laura de Torres Orós.
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