En principio
es fundamental saber hacia dónde te diriges, es decir, no equivocarte de
puerta. Si te encuentras sentado, debes levantarte y si estás de pie te ahorras
el esfuerzo.
Para conseguir la aproximación correcta debes colocar el cuerpo en dirección a la puerta (nunca
colocarse de espaldas) y poner un pie delante de otro y así sucesivamente hasta
llegar a la puerta sin darte contra ella.
Debes
asegurarte de que la puerta permanezca cerrada, en caso contrario simplemente
atraviésala. Si tienes la puerta abierta ya puedes dejar de leer estas
instrucciones.
Coloca el
brazo flexionado noventa grados delante de la puerta y sujeta la manivela
(también llamada pomo) con la mano derecha o izquierda, la que mejor te venga.
Si te encuentras en un establecimiento público (ya sea un bar, un baño o una
tienda) debes leer el cartelito que pone “tirar” o “empujar”. Lo cual es mucho
más útil que estar diez minutos probando. Si tienes delante una puerta corredera
no empujes ni tires, desplázala en sentido lateral. En el caso de que se trate
de una puerta con sensores está permitido dar saltitos si no tienes la altura
necesaria.
Si se trata
de una puerta de ascensor hay que estirar el dedo índice hasta llegar a pulsar
un determinado botón. Si lo que necesitas es atravesar una puerta giratoria
¡que no cunda el pánico! No corras, camina con seguridad pudiendo dar tantas
vueltas como sea necesario hasta que sepas que te encuentras dentro del local.
Si la puerta
es tradicional, de pomo o manivela, ejerce una suave presión hasta que notes
que la puerta se abre, cruza el umbral y no te olvides de cerrar la puerta
después de todo el proceso.
Laura de Torres Orós.
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